ESCUELA DE PARTICIPACIÓN:
Actividades y tareas realizadas por el alumnado del curso de la Universidad de Zaragoza, coorganizado con el Gobierno de Aragón: Certificación de Extensión Universitaria en Técnicas de participación ciudadana.


Breve crónica de la clase de Alberto Ortiz de Zárate, del 8/2/2018:

Por Luis San José Fernández

 

Hoy ha dado comienzo, en la Facultad de Ciencias Sociales y del Trabajo de la Universidad de Zaragoza, un curso sobre Técnicas de Participación Ciudadana cuya conferencia inaugural fue impartida por Alberto Ortíz de Zárate, experto en Gobierno Abierto y con una dilatada carrera profesional, con el título “¿Vale para algo la participación? . Hacia la gobernanza participativa.”

Personalmente, al margen del contenido de la conferencia, en la cual quedó de manifiesto que los procesos de participación ciudadana, a día de hoy, no guardan ningún secreto para su adecuada puesta en marcha, por lo menos en lo que a su aspecto teórico se refiere, el título de la misma me sorprendió y me hizo reflexionar.

Ciertamente los españoles somos muy dados a pasar de la nada al todo en un corto periodo de tiempo. Basta que un tema, acción, proceso, negocio, etc. se pruebe y goce de una cierta acogida, para que en cuestión de pocos meses nos encontremos ante una verdadera masificación del mismo, lo cual suele terminar por desvirtuarlo, perdiendo el interés por el mismo.
Es indudable el interés democrático que supone para la ciudadanía su participación en la toma de decisiones sobre determinados aspectos que afectan a la sociedad. Del mismo modo, para las administraciones es fundamental el conocimiento de las opiniones de los ciudadanos a la hora de dar satisfacción, mediante políticas adecuadas, a las demandas que plantea una sociedad en constante evolución. El inicio de un proceso participativo puede y debe ser satisfactorio para ambas partes, pero surge la pregunta… ¿TODO VALE?

Como expuso el conferenciante, antes de iniciar un proceso participativo hay que dar cumplida contestación a varias preguntas tales como: ¿Qué queremos conseguir con el proceso? ¿Tiene verdadero interés social? ¿Guardan proporcionalidad los recursos a invertir? ¿Qué agentes, colectivos, etc. van a ser invitados, y como se van a seleccionar? ¿Cómo se va a producir el debate? ¿Cómo se evaluaran los resultados y como se llevará a cabo su implementación?…

Si no se hace un estudio previo, con rigor, sobre todos los factores que van a configurar el proceso, y queda justificada su puesta en marcha, el riesgo de fracaso puede ser elevado produciendo, además, en los intervinientes y en la ciudadanía, la sensación de que dichos procesos carecen de utilidad. Por otra parte, esa falta de rigor, puede favorecer la aparición de lobbies que intenten desvirtuar lo que debería ser una gobernanza participativa, hacia la obtención de intereses propios.

Así pues, ¡participación sí! , siempre que la ocasión lo aconseje y con el máximo control en el proceso para obtener la mayor eficacia posible.

 

Luis San José Fernández

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  • Mostrar comentarios (1)

  • Alorza

    Gracias por el post.

    Desde luego: participación sí, pero ligada a los propósitos de la institución, que sirva para mejorar la política pública y para reforzar las conexiones ciudadanas.

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