Post de Pilar Balet incluido en la cadena de artículos que forman el Tema-LAAAB ‘Cartografiar lo imposible’ capitaneado por Mauro Gil-Fournier | VIC

Hace ya dos años que Las Zaragozas desembarcó en la capital aragonesa con ganas de formar parte de este gran mapa digital que es Civics. Lo hacía en Zaragoza Activa a través de varios talleres de mapeo que, sin saber muy bien a dónde iban o si la comunidad local acogería bien el proyecto, lograron llamar la atención de unos muchos. Yo entre ellas.

A raíz de la crisis, o quizás no, la ciudad llevaba años buscando alternativas a los problemas de la calle y que en algunos casos, a través de la innovación ciudadana, ha ido solventando poco a poco. Por un lado, estos años difíciles han fortalecido las redes comunitarias locales y, por otro, han surgido proyectos públicos referentes y dirigidos a la innovación como Zaragoza Activa o Harinera ZGZ. Además, se ha ido dando un relevo generacional importante a todos los niveles (muy bienvenido, por cierto!). Un caldo de cultivo que, ya en 2016, permitía una ciudad preparada para arrancar proyectos distintos como Las Zaragozas, la versión local de la plataforma Civics.

Podría detenerme en contar la historia de este mapa comunitario y de cómo, casi dos años después, se han automapeado más de 100 iniciativas. O contar que gracias a un grupo motor muy comprometido hemos traspasado el mapa digital y fortalecido la red en la calle a través de visitas a 11 iniciativas, la organización de tres encuentros temáticos y de un paseo cooperativo. Estamos trabajando incluso una versión piloto de Civics en el municipio rural aragonés de La Almunia de Doña Godina, Las Almunias. Y todo ello con un presupuesto muy limitado.

Lecciones aprendidas

Sin embargo, creo que lo más interesante de todo este proceso es contar las lecciones aprendidas hasta hoy. Y han sido muchas. La primera y, quizás más importante, ha sido entender que se trata de un proyecto de la gente y para la gente, donde los intereses particulares o políticos no tienen cabida. Las Zaragozas no es posible sin un grupo motor realmente autónomo e independiente. No obstante, veinte personas voluntarias trabajando con un mismo objetivo puede resultar caótico y es fácil perder el liderazgo. Por eso, tal y como comentaba Víctor Viñuales, director de la Fundación Ecología y Desarrollo, durante el encuentro que organizamos “La fuerza de la colaboración”, es posible dar autonomía y confianza al equipo sin perder de vista el liderazgo en un proyecto comunitario.

La segunda es, sin duda, lo importante que es escuchar a los demás y practicar la empatía. En Zaragoza tenemos mucho y muy bueno, sólo necesitamos quitarnos una parte de cabezonería y descubrir que no siempre lo mejor ocurre más allá de nuestros límites cartográficos. Y si es así, copiar es bueno. Para qué inventar la rueda cuando puedes reproducir una idea que ya ha tenido éxito en otro lugar. Ahorras recursos y se quema menos el equipo del proyecto, ya de por si cargado de obligaciones en sus trabajos “oficiales” de diario.

Además, necesitamos utilizar el lenguaje de la calle. Los que nos dedicamos a esto de la innovación ciudadana tendemos a subir a la estratosfera del vocabulario y perdernos en conceptos abstractos como hackers, empoderamiento o ecosistema que no llegan al común de los mortales. Hay que eliminar las barreras del lenguaje para mimetizarnos con el resto de las personas involucradas en el proyecto y actuar como iguales. Del mismo modo, una de las experiencias más bonitas de este proceso ha sido observar cómo cambian las dinámicas del grupo, tanto personales como de trabajo, si salimos de nuestra zona de confort, pisamos la calle y cambiamos tanto los espacios como los formatos de conexión.

El cuidado del grupo motor

Por otro lado, Las Zaragozas no continuaría sus pasos si no dedicáramos un tiempo a la reflexión conjunta. Una fase imprescindible para asentar los lazos del grupo motor y fortalecer su apropiación del proyecto. Resulta fundamental entender en qué momento están las personas que lo componen, qué les motiva para continuar o, por el contrario, qué no está funcionando. Si bien es cierto que hay que ser flexibles a la hora de adaptar las actividades a estas necesidades, no podemos perder de vista la misión del proyecto que tenemos entre manos:  construir comunidad. Es posible dedicar tiempo y energía a cuidar a los compañeros de equipo sin perder el foco del trabajo. Sin ellos, Las Zaragozas no tiene sentido.

Me equivocaría si terminara aquí la reflexión pensando que ya está todo hecho. Nada más lejos de la realidad, queda todo por hacer. Cada reunión de Las Zaragozas es un respiro de aire fresco que te lleva a una ciudad sumergida, un nuevo rincón que bulle de actividad. Es un recuerdo de los cientos de iniciativas que desconoces y quedan por mapear, de lo poderosa que sería la voz de nuestra ciudad con todo ese tejido social conectado. ¿Te imaginas?

 

Pilar Balet

  • Pilar Balet es la fundadora de La mar de gente Comunicación, coordinadores de Las Zaragozas desde el año 2017.

  • Mostrar comentarios (1)

  • Elaine Robinson

    Una iniciativa valiosa. Estoy de acuerdo sobretodo con la necesidad de adecuar el lenguaje al foro para poder progresar porque al fin y al cabo hablando se entiende la gente. Tambien es muy necesario acabar con la soledad del emprendedor.
    Enhorabuena!

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