‘Cartografiar lo imposible‘ es uno de los temas abiertos por el blog LAAAB.
El Tema-LAAAB se presenta como una colección de artículos que conforman un hilo narrativo a partir de las reflexiones de personas con distintos perfiles y procedencias, sobre algunos de los asuntos más cruciales de nuestro tiempo. El autor/a del primer post de cada tema es quien abre y cierra el hilo narrativo.
Este es el post de cierre y las conclusiones del tema.
Por Mauro Gil-Fournier | VIC
Hemos aprendido muchas cosas en un año de este blog “Cartografiar lo imposible”. Quizás la principal, al menos para mí, es haber encontrado lo imposible en lo cercano. Tendemos a pensar lo imposible como lo que está lejos y distante, lo difícil por ser exterior a nosotros, pero nos hemos dado cuenta de lo difícil que es de alcanzar lo cercano.
En estos meses hemos hablado, por un lado, de los ejemplos poderosos que hemos mostrado y que son ejemplos que cómo cartografiamos lo cercano, por ejemplo: las personas que están viviendo en las calles de nuestra ciudad. O el impacto del turismo en los apartamentos frente a nuestra casa que alquilamos en nuestras ciudades. O la empatía de nuestros propios grupos de trabajo.
A comienzo del blog nos preguntábamos: “¿Qué sentido tiene continuar cartografiando? ¿Qué necesitamos saber y conocer que no sepamos ya? ¿Qué herramientas y tecnologías nos hacen falta para cartografiar?” Y la respuesta que quiero dar, es que necesitamos cartografía lo cercano. Lo que es más obvio. Lo que vemos todos los días. Lo que no está lejos. Desde Montera 34, nos han mostrado la inquietud de saber lo que pasa en nuestras ciudades, en como cartografiar con nuestros vecinos y amigos, con técnicas de mapeo de datos “en cercanía”, lo que sucede en nuestra propia ciudad con Airbnb y los impactos relacionados con el turismo poco controlado. También de cómo disponemos y compartimos las bases de datos liberadas, los manuales de las visualizaciones, etc. Desde el proyecto de Arrels, se preguntaron cómo mapear y censar los ciudadanos que viven en la calle para poder atender mejor sus necesidades y acompañarlas en su itinerario personal. Este proyecto nos demuestra la dificultad de realizarlo, pero también el cómo pudieron hacerlo cambiando la pantalla bit por el papel, el dato digital por el dato que surge al pasear las calles. También en como la ciudadanía podemos ser productores de datos. “La necesidad de acciones como éstas son cruciales para garantizar que existan datos de calidad para describir nuestro entorno, aunque a veces éstos no puedan ser capturados por sensores ni mediante teléfonos móviles.” En el caso del proyecto de Las Zaragozas, la cartografía ha sido el medio para acercar a diferentes colectivos e iniciativas ciudadanas entre ellas en la misma ciudad y favorecer una empatía cartográfica en un proceso que ha evolucionado del mapa a la calle.
Por otro lado, también lo cercano es lo que está por venir. Es lo que casi tenemos encima. Dos han sido los textos que nos han mostrado las amenazas y las posibilidades. El profesor Adrian Smith, sobre la necesidad de una cartografía participativa sobre la propia tecnología que favorezca una democratización del uso y experiencia de las tecnologías de una manera parecida a las cartografías que hacemos en el territorio. Este artículo nos advierte también “no debemos dejar la representación de nuestro territorio, de nuestras complejidades y complicidades, en manos de terceros”. Y eso es precisamente lo que nos habla el último artículo de 300.000km/s afirmando que la ciudad será de quien las cartografíe: “Ante la amenaza de la desaparición de una cartografía pública, producida por el consenso tecnológico de distintos agentes y con función pública necesitamos que los nuevos escenarios tecnológicos nos guíen hacia una cartografía ciudadana, hecha por ciudadanos y para ciudadanos. Que el mapa que nos ayude a organizarnos sea un bien común”. Y esta cuestión tan difícil de alcanzar, lo es porque es una cuestión de cercanía.
Los artículos que hemos producido durante estos meses, nos han demostrado la dificultad que tenemos para explorar, materializar o digitalizar lo más cercano. Y está es una de las cuestiones cruciales de nuestra época. En un momento donde hemos desarrollado herramientas teóricas, tecnológicas y digitales para poder rastrear las redes, a sus agentes, y sus mediaciones, es hoy más crucial que nunca comprender como afectan esas redes, agentes y mediaciones en nuestros lugares cercanos y cotidianos. En el día a día de nuestros espacios públicos, de nuestras casas, y por supuesto de nuestros cuerpos.
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