ESCUELA DE PARTICIPACIÓN:
Actividades y tareas realizadas por el alumnado de la Certificación de Extensión Universitaria en Técnicas de participación ciudadana en el curso 2018/2019.
Esta formación es fruto de la colaboración entre la Dirección General de Participación Ciudadana, Transparencia, Cooperación y Voluntariado del Gobierno de Aragón y la Universidad de Zaragoza.
Breve crónica de la clase impartida el 17/1/2019 por Diego Chueca, de Inteligencia Colectiva.
Por Marina Gros Breto
Empezamos la segunda sesión del día. Tras la presentación del Ganchillo social y el Teatro comunitario en la que nos hemos re-apropiado de parte del espacio realizando actividades en el pasillo, nos cambiamos de aula -está claro que hoy no nos sirven las mesas atornilladas. Cuando llegamos a la sala Rey del Corral, Diego Chueca nos espera para dar comienzo a una sesión instructiva y divertida en la que no faltan risas y participación.
Empezamos desgranando el cómo entendemos la participación, qué es y para qué nos sirve, para luego pasar a cómo diseñamos los talleres de participación y cuáles son los elementos que tenemos que tener en cuenta para realizarlos. Terminamos la sesión realizando una dinámica World Café en la que ponemos en práctica lo aprendido.
Es muy difícil responder a una pregunta tan amplia como es “¿Qué es la participación?”. Es más, si nos preguntaran, cada una de nosotras daríamos una respuesta diferente. Para acotar un concepto tan poliédrico es mejor empezar por lo que sabemos que NO es. Siguiendo a Diego, la participación NO es un sustitutivo de la democracia representativa, ni es una encuesta, ni un encuentro de mucha gente, ni una finalidad en sí misma (ej. hacer un proceso participativo porque la ley dice que hay que hacerlo); la participación NO sirve para legitimar las actuaciones gubernamentales, ni para gestionar la satisfacción de los usuarios de los servicios públicos, ni para evitar el conflicto. Justamente, la participación es un espacio de encuentro, de creación y de debate, que nos debe permitir aglutinar y coordinar diversas ideas y puntos de vista diferentes, debe ser capaz de buscar el conflicto y gestionarlo, escuchando al mayor número de actores implicados.
Para conseguir todo esto se debe organizar el tiempo del que disponemos. Normalmente, los procesos participativos no se realizan en un plazo largo, sino que el tiempo está acotado realizando sesiones cortas. Por ello, es importante acotar y planificar bien las sesiones, para aprovechar bien el tiempo y redirigir los cauces del proceso, respetando la hora de salida de las participantes como una forma más de cuidar.
Por otro lado, existen diferentes tipos de procesos, aquellos que sirven para sentar las bases para un posterior desarrollo por los técnicos (que serían los preferibles) y aquellos en los que se busca matizar o ajustar los detalles (que son los más comunes). También existen diversas tipologías de sesiones que podemos realizar según las dimensiones del grupo y nuestros objetivos a alcanzar, por ello deberemos adaptar las dinámicas y las metodologías utilizadas a dichas características. Una de las cuestiones a recordar es que casi nunca estamos buscando consenso, sino recoger ideas u opiniones: buscamos la pluralidad, la representatividad. Y, además, los resultados que obtengamos no tienen por qué ser homogéneos.
Otro factor que no se nos puede olvidar es que no todo el mundo quiere o puede participar al mismo nivel. Habrá personas que vengan en contra de su voluntad o solo a escuchar, o que participen con un discurso preparado previamente… esto puede distorsionar la sesión. Sin embargo, si hemos elaborado un Mapa de Actores efectivo, tendremos conocimiento de las personas asistentes y habremos adaptado la convocatoria al colectivo al que va dirigido, atendiendo a sus motivaciones intrínsecas. Además, debemos tener cuidado con la gestión de las expectativas. Para tratar de minimizar el desencanto que se puede generar, debemos ser claras desde el principio, honestas, explicar en qué consiste el proceso y persuadir a la gente a que participe.
No obstante, lo más importante es darnos cuenta de que estamos pidiendo a las personas que participan su tiempo, su dinero, su esfuerzo o su saber. Por consiguiente, debemos cuidar los tiempos, debemos ser rigurosas y serias, aunque no falte la espontaneidad y el humor, debemos cuidar los espacios, crear confort. En definitiva, si queremos que las personas participen, debemos hacer que se sientan a gusto y escuchadas, útiles, co-creadoras. Para que vuelvan, para que participen, debemos cuidarlas.
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