ESCUELA DE PARTICIPACIÓN:
Actividades y tareas realizadas por el alumnado del curso de la Universidad de Zaragoza, coorganizado con el Gobierno de Aragón: Certificación de Extensión Universitaria en Técnicas de participación ciudadana.


Breve crónica de la clase impartida por QUIM BRUGUÉ el 13/2/2018:

Por Beatriz Palacios-Llorente

 

Por distintos motivos tuve dudas respecto a matricularme en el curso de extensión universitaria en participación ciudadana de @Unizar y @AragónAbierto, sin embargo, el anuncio de personas como Quim Brugué en el programa de aceleración en innovación ciudadana que presentó esta edición del curso, hizo que me animara a ello.

La Dirección General de Participación Ciudadana, Transparencia, Cooperación y Voluntariado, del Gobierno de Aragón, no desaprovecho la ocasión e invitó a Brugué a que esa misma mañana (antes de la sesión del curso de 16 a 20 h. del 13 de febrero) se reuniera con el equipo de Participación Ciudadana. Quim accedió e intercambió visiones y experiencias con un equipo encantado de tenerlo por aquí unas horitas.

Espero que la visita de Quim a Zaragoza haya sido tan agradable como para aquellos viejos compañer@s y conocid@s que han tenido la ocasión de verle, y para aquellas personas que le escuchaban por primera vez.

Ahora sí, después de comer, llegó la magistral clase en la Facultad de Ciencias Sociales, titulada PARTICIPACIÓN CIUDADANA. De los tiempos de bonanza a los tiempos de incertidumbre’, y de la que comento aquí algunas pequeñas pinceladas de lo que el profesor Brugué transmitió y de las que os animo a reflexionar:

Una cosa es la teoría y otra la práctica. Se escucha con frecuencia afirmar que la ciudadanía pide mayor participación en la toma de decisiones públicas, y que uno de los grandes objetivos de la participación es conseguir un mayor número de personas que participen. Sin embargo, no hay masas ciudadanas pidiendo participación, y existe una confusión en los objetivos; éstos no señalan tanto la cantidad de personas participando, sino un resultado que debata y mejore un modelo.

El Estado de Bienestar es muy desmotivador de la participación ciudadana. ¿Cómo conseguir que la ciudadanía participe? ¿Por qué en realidad hay más oferta que demanda de participación ciudadana? De las posibles respuestas en las que nos hace participes, Brugué señala que no es tanto una demanda de la ciudadanía como una necesidad de los gobiernos. Necesitamos participación para hacer políticas de cohesión social; es una necesidad de la propia complejidad que vivimos.

Ahora bien, la política es equilibrio. Hay que olvidar la concepción del ciudadano cliente (no vamos a hacer lo que usted quiera). La política es también un ejercicio de autoridad: ha de tomar decisiones que nadie quiere tomar. La buena política es la que decepciona a la ciudadanía, pero en el siglo XXI no de cualquier manera: el gobierno decidirá, pero tiene que escuchar y explicar. “Debemos recuperar la política” y esto ha de iniciar con un esfuerzo por dignificarla.

Fortalecer la democracia no es hacer siempre lo que digan los ciudadanos/as, no hay que confundir esto con la participación. No es lo mismo influir que decidir y es preciso clarificarlo para no generar falsas expectativas y frustraciones, reconociendo los límites y las oportunidades.
En este contexto, la ‘gente’ no existe, existen los colectivos afirma Brugué, quién llama al cuidado y la observancia del clientelismo de baja intensidad.
“Es ciudadano quien es capaz de gobernar y ser gobernado” (Aristóteles), es decir, quién participa en lo político sin pretender apropiarse la política, teniendo la capacidad y la libertad de poder hacerlo. Quién participa en la toma de decisiones en un viejo debate, hoy actualizado.

La participación conlleva el juntarse, conocerse, intercambiar argumentos, deliberaciones, discutir con ‘el contrario’, conocer y reconocer la oposición… lo que lleva a crear redes y articular todas las voces (o el máximo posible de ellas) a pesar del desacuerdo. La sabiduría siempre es plural, está en la colectividad.

Necesitamos participación para poder gestionar las sociedades del siglo XXI, sumidas en una enorme complejidad. Para ello el profesor Brugué muestra los itinerarios para democratizar la democracia:

En la conjunción de democracia representativa (quién) y democracia deliberativa (el cómo) señala el camino para democratizar las políticas públicas: favorecer los debates públicos y combinar la autoridad democrática con la escucha.

Ahora bien, hablar de participación solo tiene sentido si ésta va acompañada del objetivo de dotar de contenido a la política en cuestión que se vaya a trabajar.

Gracias Quim

Beatriz Palacios-Llorente
@BPalLlo

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