ESCUELA DE PARTICIPACIÓN:
Actividades y tareas realizadas por el alumnado del curso de la Universidad de Zaragoza, coorganizado con el Gobierno de Aragón: Certificación de Extensión Universitaria en Técnicas de participación ciudadana.
Breve crónica de la clase impartida por QUIM BRUGUÉ, el 13/2/2018:
Por Ainhoa Estrada
Gestionar la confianza, organizar el diálogo…
Acudo a la clase con ganas, siempre es un lujo escuchar a Quim Brugué y disfrutar de esa mezcla de académico que pisa la calle, esas pocas personas que saben ponerle a la teoría los ejemplos cotidianos y que plantean las encrucijadas de un tema sin adornarlas.
En un rápido visionado a los últimos 30 años extrae las grandes sombras de una participación ciudadana llena de sesgos y centrada, muchas veces, en lo irrelevante. Una participación ciudadana que se producía en la periferia de los temas y no entraba en el meollo ni en decisiones importantes. En la que se han invertido muchos esfuerzos en hacer los procesos participados pero no en su capacidad transformadora. Una participación que ha llevado a la decepción de quienes se involucraban, ante la instrumentalización y el hartazgo participativos.
Y, sin embargo, pese a este panorama gris, insiste en las virtudes intrínsecas de la participación ciudadana, que son las que van a permitir responder a los problemas complejos de las sociedades modernas. La participación como herramienta con la que ayudar a generar políticas públicas en realidades poliédricas y sociedades complejas.
No pretende dibujar un mundo feliz bajo el paradigma de la participación ciudadana, más bien lo plantea en una clave de gestión de las frustraciones. La participación ciudadana banalizada es aquella que escucha a la población en temas no trascendentes y les hace caso. Quim aboga por una buena participación ciudadana, que genere políticas donde hayan sido escuchadas todas las voces, que equilibren los intereses y que garanticen que podamos vivir juntos en la discrepancia.
En resumen, avanzar y hacer políticas a pesar del desacuerdo, desde la dificultad de tomar decisiones que no agradarán a todos, pero con la tranquilidad de saber que se han escuchado todas las voces y que se han dado respuestas e informado con honestidad.
Los procesos de participación ciudadana no pueden ser un conjunto de monólogos sino un diálogo entre las distintas voces.
Ainhoa Estrada
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