‘Repolitizar lo cotidiano’ es uno de los temas abiertos por el blog LAAAB.
El Tema-LAAAB se presenta como una colección de artículos que conforman un hilo narrativo a partir de las reflexiones de personas con distintos perfiles y procedencias, sobre algunos de los asuntos más cruciales de nuestro tiempo. El autor/a del primer post de cada tema es quien abre y cierra el hilo narrativo.

Éste es el post de cierre y las conclusiones del tema.

Por Jaime Minguijón

 

Comentábamos en el post inicial de este hilo que, para entender la repolitización de lo cotidiano en toda su extensión, debíamos prestar atención a los diversos “conflictos” que se están dando entre los individuos y sus prácticas grupales, por un lado, así como a las macroestructuras y los poderes, de otro. En ese intersticio estaban creciendo acciones colectivas de distinto cuño que, en determinadas situaciones, podían dar lugar a “acontecimientos” (en las esferas culturales, económicas y políticas) que podrían llegar a introducir “rupturas” en la normalidad de lo instituido.

Igualmente, nos preguntábamos en qué medida los aparatos institucionales y, en concreto, las administraciones y los partidos políticos, estaban atentos a estas nuevas realidades y en qué medida estaban dándoles respuesta.

A lo largo del año, han sido siete los autores que han realizado aportaciones sustanciosas en la dirección de ofrecernos respuestas a todos estos interrogantes. En primer lugar, David Pac Salas nos ofreció una descripción del problema de la desafección en España, poniendo de relieve su carácter estable y no coyuntural. Igualmente, llamó la atención sobre el hecho de que este proceso corre paralelo a otro, en principio, opuesto: se observa un proceso de repolitización de la ciudadanía, el incremento del interés por la política, el ejercicio del derecho del voto y la participación sociopolítica. Por lo tanto, el aumento de la desafección y el incremento del deseo de participar y movilizarse, parecen ser dos caras de la misma moneda.

A continuación, Mª José González Ordovás, desde una perspectiva de carácter filosófico, nos ofreció una visión más amplia, demostrando que la desafección política debe entenderse como un aspecto de un fenómeno de más largo alcance que caracteriza a nuestras sociedades, marcado por la “decepción”. Las razones ocultas que se encuentran en la base de esta situación se encontrarían en algunas de las características que definen la sociedad globalizada actual: el hiper-individualismo, la ausencia o merma de los lazos sociales y la desregulación, así como el alejamiento de la ciudadanía de las prácticas institucionales, marcada por la “expertocracia”. Termina su intervención llamando la atención sobre el riesgo de hacer de la democracia una cáscara vacía, si no va de la mano de la ética, tanto pública como privada.

José Ángel Bergua aborda la cuestión desde otro enfoque. Para él, lo cotidiano no es una agencia sino un nuevo espacio de la acción social en la que se cruzan, unas veces con dominio de por medio y otras con hibridación, dos fuerzas, lo instituido y lo instituyente, que atraviesan transversalmente todo, incluso a cada sujeto. Sin embargo, llama la atención del error de atribuir a lo cotidiano cierta potencia revolucionaria o simplemente de cambio que, en realidad, no tiene, porque no está ahí para eso ni para cualquier otra cosa que lo instituido quiera imaginarse. Por eso, para él, la mejor manera que tienen y tenemos las élites para estar a su altura y respetarlo es cultivar el no hacer (wu wei) y el no conocer (tzu jan).

Desde el punto de vista de una responsable municipal en materia de participación ciudadana, Rocío Féliz de Vargas nos describe con detalle las características de la participación en una de las capitales de nuestra Comunidad: Teruel. Según su testimonio, detrás de todas las decisiones en esta materia que se han tomado en su municipio, se encuentra el convencimiento de que ha llegado el momento de las nuevas formas de hacer política en las que la ciudadanía se sienta corresponsable en la toma de decisiones de los asuntos públicos, más allá de la mera democracia representativa.

Nuestra siguiente invitada, Cristina Monge, nos introduce en el atractivo reto de caracterizar la nueva ola de movimientos de indignados, así como las reacciones que han articulado los partidos para darle respuesta. Para ella, los Movimientos “modelo 15M” son movimientos que no hablan solo para la izquierda, a los que no convocó nadie, cuyas demandas no pueden considerarse una tabla de reivindicaciones ni un repertorio de reclamaciones a una autoridad, sino que expresan, más bien, un malestar difuso, y, finalmente, caracterizados por una forma de actuar que podría definirse como una “acción conectiva”. Además, nos propone que los partidos tradicionales, aunque con tensiones y contradicciones, van asumiendo progresivamente algunas de estas características.

El catedrático Quim Brugué, partiendo del análisis de los orígenes de la democracia, ubica el papel que se asignó a los partidos políticos en evitar el contacto directo entre el poder y la ciudadanía, lo que dio lugar a un modelo de “democracia de intermediación”. Esta forma de diseñar la democracia tuvo efectos positivos, pero en el lado de los negativos, se encuentra el alejamiento del ejercicio del poder respecto de la ciudadanía. Sin embargo, en la actualidad, se extiende un sentimiento de impugnación a una democracia elitista basada en la intermediación. Para nuestro autor, la democracia requiere varias transformaciones: una intermediación que conecte con un proyecto transformador; que recupere la confianza de la ciudadanía; y que otorgue mayor protagonismo a la ciudadanía.

Finaliza el ciclo de aportaciones con la realizada por la investigadora Laura Moya que, rompiendo con una visión homogeneizadora de lo social, nos lleva a reflexionar sobre la invisibilización de las personas que no participan de la “norma”, tales como lesbianas, trans, racializadxs, diverso-funcionales, etc. Para ella, la diversidad funcional se imbrica en los transfeminismos en cuatro aspectos clave: representación, cuerpo, identidad y activismo. A este respecto, politizar las experiencias cotidianas sirve no sólo para mostrar la discriminación hacia la diversidad funcional, sino para cuestionar la idea omnipresente y ficticia de la capacidad, accionando nuevas formas de estar en el mundo que interrumpen el “capacitismo”.

En definitiva, haciendo una lectura conjunta de todos los textos, podemos concluir que la ciudadanía reacciona ante la desafección ideando nuevas fórmulas de participación sociopolítica, con estrategias y métodos novedosos, cuestionando muchos de los vicios y efectos perversos a los que nos ha conducido la práctica de la gestión política en los últimos años. En este caso, las nuevas tecnologías y las redes sociales, capaces de conectar a la gente de manera virtual, generan nuevas formas de hacer política. Por parte de los partidos y de las instituciones, se reclama una mirada hacia esta nueva realidad, invitándolos a explorar la capacidad de reinventarse, haciéndose receptivos a esas nuevas formas y demandas, proponiendo nuevos horizontes y metas que consigan recuperar el sentido más amplio de lo político, además de aceptar y reconocer la diversidad y la pluralidad propias de nuestras sociedades. Pero, por otra parte, todas estas medidas no tendrían ningún alcance ni probabilidad de éxito, si la política no incorpora de manera efectiva una dimensión ética que la aleje de comportamientos deshonestos que se han infiltrado en el ejercicio de la política en las últimas décadas.

 

Jaime Minguijón Pablo

  • Soy Doctor en Sociología y profesor asociado de la Universidad de Zaragoza y tutor de la UNED. Dirijo la empresa Milenium3, Servicios de Gestión del Conocimiento, S.L.

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