Cómo la inteligencia artificial favorecerá en el medio plazo estrategias de participación ciudadana más colaborativas e inclusivas
En los últimos diez años decenas de ciudades, regiones y estados del mundo han habilitado plataformas de participación digital ciudadana. El funcionamiento es bien simple: cualquiera puede publicar en abierto sus ideas o propuestas las cuales llegarán a los gobiernos quienes las interpretarán como sugerencias o incluso los más osados como decisiones a implementar. El caso de mayor impacto es el del software CONSUL, el cual nació a través de la plataforma Decide Madrid y luego se extendió a más de cien gobiernos de ciudades, regiones y estados de todo el mundo.
Habitualmente, la facilidad con la que se pueden publicar contenidos en estas plataformas de participación ocasiona que multitud de ideas se acumulen en la red y sólo algunas puedan ser consideradas por la administración. En el caso del Ayuntamiento de Madrid, al término de la pasada legislatura 844 proyectos de presupuestos participativos fueron validados y aprobados para su implementación por el consistorio de los más de 16,000 que fueron enviados por la ciudadanía. Los proyectos son seleccionados en base a la valoración que realizan los ciudadanos de los mismos mediantes votos o apoyos digitales. Por si esto fuera poco más de 30,000 propuestas ciudadanas fueron generadas en el proceso permanente de democracia directa de la ciudad de Madrid, de las cuales solamente 2 fueron votadas y únicamente una implementada. En otras ciudades como Buenos Aires se generan de media 20,000 propuestas cada año superando con creces en cantidad a lo acontecido previamente en la capital española. Sabemos además que la participación digital es efímera, la mayoría de los usuarios se dedican a leer, alguna vez pueden apoyar o votar propuestas y sólo ocasionalmente aportan contenido, habitualmente en forma de comentarios e incluso alguna vez en forma de propuestas. De entre todos estos participantes que redactan ideas, la mayoría solo lo hace una vez. También sabemos que la participación digital consigue involucrar a personas que raramente acudirían a un acto presencial, es decir es una ventana a la participación democrática que suma a gente nueva e inesperada. Desgraciadamente su experiencia suele ser reducida y su contribución no suele generar impacto y esto desincentiva su permanencia en los procesos en marcha.
Es por todo esto que desde el proyecto ParticipaLab nos preguntamos, hace ya 3 años, cómo se podría aprovechar todo este big data de ideas y afecciones, detrás del cual hay personas interesadas por mejorar su ciudad o su país pero que apenas han asomado la nariz por los procesos participativos. Para ello comenzamos intentando agrupar las ideas por similitud. Descubrimos que existía tecnología de procesamiento algorítmico del lenguaje que podía realizar esta tarea con muy buenos resultados. Además pilotamos dos experiencia pioneras para convocar a personas que estaban pensando y proponiendo sobre temas similares. Fomentamos entre ellas la colaboración para que mediante procesos deliberativos informados pudieran formular propuestas de políticas públicas de calidad. El proceso piloto tuvo un gran éxito y pudo generar una comunidad de aprendizaje y proposición política llamada “Derecho a Jugar”. De esta manera probamos que se pueden utilizar las plataforma digitales como espacios de encuentro, ampliando el espacio cívico para que la ciudadanía entre a participar por primera vez y conecte con los que se mueven en la misma temática. Probamos también que una vez juntos pueden cooperan con éxito para generar propuestas de calidad con la capacidad de difundirse y llegar finalmente a la administración.
Tras finalizar el proyecto ParticipaLab en 2019, el testigo fue recogido por el Instituto Alan Turing en Londres, el cual ha desarrollando nuevas implementaciones de inteligencia artificial que integran todo el análisis y procesamiento de los contenidos textuales. Actualmente la Fundación CONSUL, ubicada en Amsterdam, está comenzando a integrar estas lógicas en el software de participación para permitir a los gobiernos dar sentido a la ingente cantidad de propuestas que la ciudadanía les remite. Esta lógica de inteligencia colectiva asistida conseguirá personalizar en los próximos años la experiencia de usuario de cada ciudadano, ofreciendo un itinerario de interacción y colaboración deliberativa con otras personas y expertos, así como favoreciendo una participación más coherente y constructiva que dé lugar a propuestas de políticas públicas bien informadas y más representativas.
Madrid, Marzo 2020, Yago Bermejo Abati
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