Metodologías y herramientas participativas

¿Son compatibles los procesos participativos en el contexto de crisis sanitaria en el que estamos inmersos? La COVID-19 ha afectado directamente a nuestra forma de relación social, desactivando –esperemos que temporalmente– los espacios de encuentro físico y trastocando los procesos colectivos. Los vínculos sociales y las redes de apoyo, que ahora más que nunca sabemos imprescindibles, han buscado la forma de continuar su actividad, apoyándose en gran medida en canales virtuales. Los procesos participativos también han tenido que reinventarse, al menos por una temporada, para adaptarse a los nuevos requerimientos sanitarios, obligándonos a repensar las metodologías y las herramientas.

Porque si algo tenemos claro es que no podemos hacer ciudad ni plantear políticas urbanas sin contar con la ciudadanía. La ciudad es la casa de la sociedad, y la construcción del hábitat es la base de nuestra construcción física como sociedad. La participación activa y la implicación de la ciudadanía y el tejido social en los procesos de transformación urbana es la única forma de desarrollar proyectos exitosos: por un lado, porque el conocimiento experto de quienes habitan la ciudad complementa el conocimiento técnico, y permite detectar problemáticas y encontrar soluciones más afinadas y más creativas; por otro, porque corresponsabiliza a todos los agentes que pasan a forman parte, no solo de la toma de decisiones, sino también de la transformación de los espacios. Necesitamos construir ciudades sanas y espacios vivos –y vivos están los espacios de intercambio, de uso, de estancia, de juego, de calma, de contacto con la naturaleza, pero también los espacios de conflicto, de transformación y de negociación–.

Partiendo de esta forma de entender los procesos participativos nos preguntamos si es posible trasladarlos a la esfera digital. ¿Qué metodologías y herramientas necesitamos para ello? ¿Qué carencias tienen respecto a los procesos de participación física y cómo podemos compensarlas?

Hasta ahora, las aproximaciones a la participación digital, realizadas habitualmente a través de cuestionarios, votaciones, espacios donde dejar una opinión o, con suerte, chats donde torpemente se comparten ideas individuales, o redes sociales donde todo vale, nos derivan – al menos cuando no se acompañan con actividades físicas– a pensamientos atomizados, con aportaciones individuales y sesgadas, que están lejos de esa deseable construcción colectiva de pensamiento crítico y de la búsqueda de soluciones compartidas. Una de las grandes claves será construir espacios digitales flexibles, espontáneos a la vez que reflexivos, que dejen lugar a la duda, que nos permitan compartir propuestas y diversificar la forma de tomar decisiones, y que sean capaces de romper las barreras entre la aportación individual y la colectiva.

Otro punto a tener en cuenta es que no es posible generar debates abiertos y accesibles sin comprender la importancia del proceso y de sus tiempos. Tampoco sin construir espacios de confianza, en los que las distintas personas que participen se sientan cómodas y seguras -algo difícil de conseguir con una identidad online y a través de una pantalla-. Los formatos taller, donde es posible vernos las caras, trabajar en grupos pequeños a la vez que poner en común ideas, pueden ser de ayuda. Además, será importante cuidar el contexto y la fase previa a cada actividad: hacer una comunicación inclusiva, acompañar y facilitar el acceso a las plataformas digitales que se vayan a utilizar o reforzar los espacios de encuentro distendidos previos al trabajo grupal.

La comunicación pública del proceso es imprescindible. Merece la pena aprovechar, también, la capacidad que tienen las herramientas digitales de atraer a perfiles poblacionales diversos (como las personas jóvenes, que suelen mantenerse lejos de las actividades participativas presenciales). Aunque hay que tener siempre presente la brecha digital y las personas que podemos dejar atrás.

Desde Paisaje Transversal, hemos tratado de darle una vuelta a nuestra metodología participativa para esta era pos-COVID, y la hemos puesto en práctica en un proceso para la revisión del Avance del Plan General de Vitoria-Gasteiz. Para ello, hemos utilizado distintas herramientas complementarias para facilitar la reflexión colectiva y para diversificar los canales y formatos de participación:

  1. Una conferencia abierta con personas expertas, moderada, en la que animábamos al público a intervenir con sus preguntas. La conferencia introducía el tema que trataríamos en un taller futuro y quedó disponible en la red para quien la quisiera ver a posteriori.
  2. Dos talleres con inscripción previa, en los que trabajamos con una videollamada como espacio de encuentro, y una pizarra virtual interactiva, donde fuimos colocando ideas clave, fotografías, imágenes y dibujos. Nos dividimos en mesas para trabajar distintos temas en grupos pequeños, cada grupo con una persona moderadora para facilitar el debate y una relatora para comunicar posteriormente los resultados al resto de grupos. La dinámica se apoyaba en material gráfico y textual, y combinaba la reflexión individual con el debate grupal. Los resultados obtenidos quedaron expuestos.
  3. Un formulario digital, de mayor alcance poblacional, en paralelo a uno de los talleres, que contaba con una componente visual importante y que incorporaba una cartografía colaborativa.

En estas sesiones pudimos comprobar la importancia de humanizar –más si cabe- los procesos: vernos las caras y presentarnos o plantear dinámicas agradables fue fundamental para conseguir un buen ambiente para el debate. También fue de gran ayuda trabajar en pequeños grupos y contar con herramientas gráficas de apoyo que, aunque de forma virtual, aterrizaban y mezclaban en el momento las distintas percepciones como si de un papel continuo con postits se tratara.

Aunque surgieron reflexiones interesantes, confirmamos también que pensar en común, a través de una pantalla y desde el salón de casa, es mucho más difícil. Los turnos de palabra forzados y la menor frescura de las réplicas y las interacciones se hicieron notar, y todas las personas que estuvimos conectadas echamos de menos vernos, escucharnos y expresarnos en persona.

 

Paisaje Transversal es una oficina de Planificación Urbana Integral que ofrece asesoría y consultoría en la transformación de las ciudades y los territorios desde una perspectiva innovadora, integral y participativa.

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