Política prefigurativa: el poder de la experimentación para reinventar las instituciones públicas

Todo menos una oficina de gobierno. Esa idea resonó en mi cabeza en el momento en el que me asomé por primera vez al LAAAB. Y es que en esta crisis de legitimidad del sector público (Bolívar M., 2019), todo lo que se relaciona con este se antoja gris, ineficiente, aburrido y sobre todo, contrario a la ciudadanía. En el piloto de un estudio cualitativo que realicé a finales del año pasado, entre universitarios mexicanos se repetía la respuesta: participar es un privilegio, y sobre todo, una actividad que no impacta en la generación de políticas públicas. Los funcionarios públicos están alienados de la realidad de las personas, son indolentes y no tienen interés alguno en cambiar esto.

La constante simulación de los procesos de participación y la falta de mecanismos institucionalizados para canalizar las demandas ciudadanas, en una era digital en la que todo parecería estar a un clic de distancia, resulta frustrante, pero sobre todo, refleja la falta de imaginación de aquellxs que aspiran al servicio público. Y cuando hablo de imaginar, hablo de este ejercicio cotidiano de repensar los espacios físicos e intangibles en los que se desarrolla la política pública y del espectro de posibilidades que se abren al invitar a la diversidad y la creatividad a entrar a co-crear los programas e iniciativas de gobierno.

Teoría de las instalaciones: espacios, reglas del juego e inteligencia colectiva

En la London School of Economics, el profesor Saadi Lahlou, quien dirige el programa que estudio (psicología de la vida económica), nos enseñó un método de análisis para plantear cambios sostenidos que usen la comprensión de la complejidad humana como punto de partida: la teoría de las instalaciones. En esa teoría, explica que hay tres capas sobre las que operan todos los sistemas en los que interactuamos todos los días para modelar nuestro comportamiento: desde la calle con semáforos que nos lleva de la casa al trabajo, hasta entrados institucionales más complejos como la procuración de justicia. Esas tres capas son: los espacios físicos en los que habitamos y los objetos con los que nos relacionamos; las normas y reglas sociales que ya sea de manera escrita o asimilada, nos dicen cómo comportarnos; y finalmente, el conocimiento, habilidades y capacidades que cada persona posee (Lahlou, 2017).

Desde esa perspectiva, el LAAAB ha sido gestado integrando estas tres capas con un entendimiento holístico de lo que implica “hackear las instituciones desde adentro”  creando una narrativa basada en conocimiento teórico, metodológico pero sobre todo, empírico. En cuatro días acompañándoles, me vi inmersa en un espacio físico que invita a la colaboración, plataformas digitales y materiales didácticos que impulsan el aprendizaje; una base reglamentaria que habla de la voluntad política de integrar a los ciudadanos en los procesos de creación y evaluación de políticas públicas; y la posibilidad de alimentar la oferta pública de los conocimientos de organizaciones y personas, ofreciendo actividades que inviten a la inteligencia colectiva.

Haciendo de esa narrativa no un discurso vacío sino un molde para lograr lo que se lee en una pared grande a la entrada: más demos (personas) como inputs y mejor cracia (servicios públicos) como output.

De contagio e hiperconectividad

El LAAAB es un epicentro en un sistema que estaba esperando el movimiento. Si la ley Aragonesa de Participación dio pie a abrir el gobierno y a institucionalizar la interacción con los ciudadanos, este es dinamizador que tiene el potencial de lograr hacerlo de la manera más ágil posible.

Si la obligatoriedad de generar procesos participativos y programas de gobierno basados en la ciudadanía implicaba un trabajo que parecía engorroso, el LAAAB demuestra que puede hacerse de una manera gamificada e incluyente, con iniciativas que son sensibles a la interseccionalidad y a la vulnerabilidad de aquellos que no tienen el tiempo de involucrarse, pero sobre todo, de maneras innovadoras (qué más novedoso que sentarse a cocinar mientras se generan soluciones a retos en la industria agroalimentaria por ejemplo).

Esto, ayuda construir una percepción de que si es posible transformar una unidad de gobierno y ya se está haciendo el esfuerzo por lograrlo, es posible hacerlo en las demás. Esto, permite también que aquellos funcionarios que estaban dispuestos a transformar su gestión lo hagan de manera acompañada. Veladamente, la identidad que habíamos forjado del funcionario público va mutando. Todo lo anterior a través de una dinámica experimental, colaborativa y abierta poniendo a las personas al centro.

Diseño de futuros: de la imaginación a lo tangible

Con lo anterior, quiero decir que el planteamiento de un espacio tan inusual dentro del gobierno, genera lo que en psicología llamamos creación de una norma dinámica (Sparkman & Walton, 2017). Es decir, los humanos, tenemos la capacidad de anticiparnos al cambio cuando percibimos que este va a ocurrir y si nos habituamos a dinámicas distintas podemos imaginar futuros diferentes y por ende construirlos.

La suma de interacciones en las que se intercambian conocimientos y emociones podrían traducirse también a lo que llamamos transacciones y tal como dice el profesor Lahlou, de una buena transacción ninguno de los participantes sale igual. Esto porque el diálogo, la conexión, el punto de encuentro en el que se intercambia algo se transforma después de esa mera interacción.

El LAAAB y sus actividades generan estas plataformas de interacción en las que el intercambio es no sólo consciente sino integra a personas de todas las edades y contextos. Todxs tienen algo que aportar y el funcionario, deja de ser esta figura jerarquizada para escuchar, co-crear y abrir paso a entender que el gobierno debería ser con, de, para las personas. En esta acción, el imaginario colectivo crea una imagen distinta del quehacer público.

Pero no sólo eso… el LAAAB nos invita a aquellos que lo visitamos, a replantear lo que entendemos como espacio público, haciendo política prefigurativa, misma que “se refiere a aquellos experimentos sociales que por un lado desafían en status quo y por otro ofrecen alternativas implementando procesos democráticos radicales en la búsqueda de la justicia social”. (Cornish etal., 2016) En este espacio de experimento también se pasa de la ficción y lo utópico, a lo tangible y es posible con ello, creer que el esfuerzo, rendirá frutos. Lo anterior, inspira a aquellos que teníamos el impulso utópico de generar innovación social de la mano con nuestros gobiernos, a saber que es posible. Y sobre todo, que no requiere infraestructuras monumentales ni presupuestos estratosféricos, sino simplemente, voluntad política y personas abiertas al diálogo: ahí donde como dice Raúl, la conexión da paso a la innovación.

reinventar las instituciones públicas Ana Karen
Ana Karen durante su visita al LAAAB.

 

Lahlou, S. (2017) Installation Theory. The societal construction and regulation of behaviour. Cambridge: Cambridge University Press.

Basso, F., & Krpan, D. (2020, September 21). Utopian Impulse: An Individual-differences Approach to Transformative Social Change. https://doi.org/10.31234/osf.io/nvm2j

Sparkman, G., & Walton, G. M. (2017). Dynamic norms promote sustainable behavior, even if it is counter normative. Psychological science, 28(11), 1663-1674.

Cornish, F., Haaken, J., Moskovitz, L., & Jackson, S. (2016). Rethinking prefigurative politics:
Introduction to the special thematic section. Journal of Social and Political Psychology, 4(1), 114-127.

Bolívar Meza, Martha Laura. (2019). Crisis de legitimidad del estado contemporáneo. Replanteando el papel de la ética pública. Polis15(1), 33-63. Recuperado en 04 de abril de 2022, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-23332019000100033&lng=es&tlng=es

  • Estudiante del Msc Psychology of Economic Life en la London School of Economics

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