P de privilegios, paternidades y políticas públicas para la corresponsabilidad

P DE PRIVILEGIOS, PATERNIDADES Y POLÍTICAS PÚBLICAS PARA LA CORRESPONSABILIDAD

El taller del pasado 29 de octubre con Alberto Soler atrajo no sólo un público fiel a la #ComunidadAspasia, también a fans del autor del polémico artículo Yo no ayudo a mi mujer con los niños ni con las tareas de la casa. Casi 25 personas provenientes del metal, de la informática, de la economía social, de la educación, la psicología, la enfermería o la logística, entre otros ámbitos, todas preocupadas por la crianza y la corresponsabilidad en las familias y la sociedad.

Empezó hablando de cómo, a partir de la polémica del artículo, ha podido replicar ideas y conceptos del feminismo, pero usando sus privilegios de hombre blanco para que se escuchen. Comentó que cada día que pasamos en la casa nutricia, hasta los 10 años, interiorizamos lo que va a constituir la “normalidad” en nuestra vida. El trabajo en relación a la corresponsabilidad tiene que romper esa cadena de reproducción sociocultural de estereotipos de género en la que estamos todas las personas criadas. Y enfatizó: “Esa cadena de reproducción de roles no va a cambiar hasta que los hombres asumamos quitarnos esos privilegios”.

Nos pasó a contar cómo ha evolucionado la cuestión de “ayudar” en casa, de conciliar o de ser corresponsables en base a un Estudio sobre la corresponsabilidad en el hogar, que realizaron con Ariel. Tirar la basura, cambiar las bombillas y reparar algo roto en el hogar seguían siendo las tareas domésticas mayoritariamente realizadas por hombres en cualquier franja de edad, pero había cambios importantes como que, de media, los hombres de hoy dedican 30 minutos más al día a las tareas domésticas que sus propios padres o que menos del 5% de los hombres menores de 35 declaran que nunca han cambiado un pañal en su vida.

Sobre cómo favorecer la corresponsabilidad y la crianza, Alberto habló sobre políticas públicas y aportó datos sobre condiciones estructurales que hacen que no se valore en trabajo de cuidados, que no se considere trabajo la crianza, que exista la brecha salarial, el techo de cristal… Puso sobre la mesa el modelo de permisos de maternidad/paternidad de la república checa, diciendo que “hasta que no haya políticas públicas valientes, no atajaremos el problema”. Y aportó algunos datos más sobre estas cuestiones estructurales:

  • Cómo la pandemia del COVID había agudizado la brecha en corresponsabilidad y empeorado las condiciones laborales del teletrabajo para las mujeres (Teletrabajo y conciliación: el estrés se ceba con las mujeres).
  • Una de cada cuatro mujeres ha renunciado a todo o parte de su trabajo para cuidar a sus hijos e hijas durante el último año (Estudio “Yo no renuncio” de 2021, del Club de Malas Madres).
  • Cómo los personas que se reflejan como relevantes en los libros de texto de la ESO son un 92,5% hombres, según la investigación realizada en 2014 por Ana López Navajas en 2014.
  • Desde el público rescataron los estudios sobre el valor económico de los trabajos de cuidados de Mª Ángeles Duran: La riqueza invisible del cuidado.

La máquina del sistema social y cultural sigue girando para que funcionen los estereotipos de género, que llevan a un trato diferenciado entre hombres y mujeres, que socializan la discriminación por sexo, que a su vez da oportunidades desiguales y que promueve un desarrollo distinto (a todos los niveles). Y ahí el papel de la crianza es clave en no forzar a las criaturas a encajar en un molde que no quieren ni necesitan.

¿Cuál es el papel diferencial de los padres en la crianza? Alberto nos contó que la paternidad (con p) activa tiene implicaciones directas en el juego, en el desarrollo del lenguaje y en las feromonas de las criaturas. Estos datos los sacó del estudio Fathers’ Role in the Care and Development of their Children, del que nos contó resumidamente que los padres influyen en el desarrollo de sus criaturas mediante los tipos de juegos que proponen, las cualidades de la interacción lingüística que mantienen y la regulación hormonal de las feromonas que provocan.

De ahí, mediante un cuestionario de tareas domésticas, familiares y de pareja adaptado del libro Educar en el feminismo, de Iria Marañón, nos puso un espejo a ratos incómodo de nuestra implicación en los cuidados. Pero también nos puso el gramito de esperanza de la cantidad de herramientas y recursos que usamos habitualmente en otros ámbitos y que podemos usar para mejorar nuestra corresponsabilidad. Aportó 3 estrategias para mejorar la corresponsabilidad en las familias:

  • Hacer bloques de tareas temáticas, no dividirse tareas como en piso de estudiantes. Puso de ejemplo: Limpieza y orden; ropa; gestión actividades de peques y alimentación, como bloques que incluyen tareas tangibles y tareas invisibles, de toma de decisiones. Hay que quitarse el reparto 50%/50% de la cabeza para pasar a un reparto justo, equitativo y que sea percibido como equitativo por parte de las dos personas de la pareja.
  • Homogeneizar el tiempo de descanso: una persona no descansa si la otra está haciendo cosas, salvo acuerdo explícito de la pareja. Descansar cuando la otra persona trabaja contribuye a la percepción de inequidad que puede volverse rencor.
  • Mis compromisos: pensar, asumir y escribir los compromisos que cada persona puede hacer para mejorar la corresponsabilidad. Y ahí, un enfoque diferenciado entre hombres y mujeres. Los hombres tienen que enfocar hacia qué podrían asumir, qué carga mental podría tomar. Y las mujeres tendrían que enfocar hacia qué podría soltar, bajar el nivel de exigencia y/o de perfección.

 

Y con una mirada de referencias y estudios que procesar, con un revoltijo de preguntas y emociones bañadas de posibilidad de cambio y un espíritu reforzado en saber que hay muchas personas en las mismas diatribas, acabamos un taller productivo y motivador justo en el momento en que la DANA estaba arrasando la Valencia a la que Alberto tenía que volver.

 

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  • Laboratorio para fomentar la participación ciudadana en el diseño de políticas públicas. El LAAAB es una herramienta de innovación democrática y un espacio de encuentro entre la administración y la sociedad civil, un lugar donde cooperar, reflexionar y experimentar junt=s sobre los desafíos comunes.

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