Artículo de Reyes Gallegos Rodríguez incluido en el Tema-LAAAB ‘Espacios urbanos centrados en las personas’ capitaneado por Ignacio Grávalos y Patrizia Di Monte.
El Plan Reaviva (Plan de Microactuaciones de mejora urbana de la ciudad de Sevilla) fue diseñado durante los años 2015 y 2016 con el objetivo de recuperar espacios públicos infrautilizados, inseguros y/o degradados ubicados en los once distritos de Sevilla. Diez objetivos marcaron las estrategias del centenar de actuaciones incluidas en el plan, como son el poner atención en la periferia, equidistribuyendo los recursos públicos; generar una ciudad inclusiva y accesible para todas las personas y generaciones en todos los barrios; reducir la emisión de CO2, potenciando el tránsito peatonal, los modos de transporte público y el uso de la bicicleta; racionalizar los recursos y mejorar la eficacia de la inversión pública; apostar por la transparencia y la participación ciudadana de inicio a fin en las decisiones y los procesos urbanísticos; o generar economía y empleo local en la ejecución de las microactuaciones y en su mantenimiento posterior. (Ver objetivos y estrategias publicados en la web: http://planreaviva.org).
Resumiendo mucho, la selección de los 11 primeros espacios donde actuar (3 parques, 2 caminos escolares, una calle, 2 paseos, 3 plazas) se hizo tras un extenso trabajo de campo y en función a las demandas vecinales históricas, el número de vecinos afectados o la viabilidad técnica, urbanística y económica, entre otros motivos. Once meses después hemos finalizado la primera fase: 11distritos – 11 ubicaciones elegidas- 11 procesos participativos o trabajo de “codiseño de las actuaciones” con todas las personas interesadas y en el propio espacio público[1]. (Ver: mapa de microactuaciones; informes de las 11 localizaciones). A los vecinos y colectivos convocados a través del distrito, se le han ido sumando asociaciones, ampas o plataformas activas y vinculadas a cada espacio, así como personas atraídas por la convocatoria pública o que usan el espacio que se fueron sumando. Este es uno de los motivos por el que, aunque la metodología se ha ido modificando en cada caso, siempre hemos mantenido la importancia de reunirnos en el lugar de la futura actuación para hacerlo lo más abierto posible.
Una de las grandes dificultades administrativas es la complejidad que existe en el reparto de organismos competentes en el espacio público, hasta el punto de que arreglar un banco puede no ser competencia de nadie, o que el mismo tipo de pavimento lo arregle conservación -de la Gerencia de Urbanismo- si está en una vía pública, o Parques y jardines, si está sobre suelo coloreado de verde en el Plan General. Creo que el mayor de los retos para el futuro del Urbanismo es la correcta coordinación entre los distintos organismos. Y no sólo porque ahorraríamos muchísimos recursos en las ciudades, sino porque los tiempos del urbanismo serían mucho más cortos, evitando trámites de licitación y contratación entre otros. Esto debe ser un reto de todos, seamos de la disciplina o ideología que seamos. Hay que tender a la sostenibilidad de los recursos y a la aplicación de la lógica cuando el objetivo último somos todos. Afortunadamente, el compromiso como consultoría nos permite comprobar que el proyecto que se licite en los próximos meses se adecue al proyecto que ha sido co-diseñado con los vecinos. Pero también querríamos controlar cuestiones de la futura ejecución de las obras que se nos escapan, como poder hacer un seguimiento con los vecinos en la planificación, las decisiones y elección de materiales o elementos urbanos últimos, así como la contratación de la mano de obra local, o trabajar mano a mano con la Escuela de Arquitectura para que los alumnos pudieran salir de las aulas a las obras en el espacio urbano.
Pero al margen de las dificultades burocráticas que todo estos procesos conllevan, nos sorprende y preocupa que muchas de las peticiones o quejas comunes a todos los grupos motores sean solicitar vallas y más control policial, así como soluciones que requieran el mínimo compromiso cívico, de convivencia y de mantenimiento. Con frecuencia hemos tenido que contextualizar las actuaciones del Plan Reaviva no sólo desde los objetivos y criterios, sino desde la negación a algunas actuaciones:
NO poner más vallas
NO poner césped artificial
NO quitar bancos
NO quitar canastas
NO hormigonar alcorques
NO reducir la superficie blanda, sino aumentarla (ídem para suelo permeable/impermeable; materiales nobles/no nobles; naturales/artificiales)
NO acotar más los espacios de los perros
NO más plazas de aparcamiento en superficie de suelo público
NO poner cámaras de videovigilancia en el espacio público
NO homogeneizar más los espacios (texturas, materiales, colores, árboles…)
NO separar los espacios para niños y mayores
Sin embargo, tras la primera sesión de trabajo e información, siempre hemos conseguido concluir con un clima más constructivo, analizando la situación y proponiendo otras soluciones distintas. Es importante ahondar sobre el por qué de cada uno de estos “NOES” y las soluciones alternativas a los mismos, por una necesaria reeducación en el espacio público, dirigido a usuarios, técnicos y gestores de lo público. Queda mucho por hacer para acabar con el exceso de prejuicios (muchos de ellos generados por las dificultades en la gestión pública) y la autolimitación que generan éstos, responsables, con frecuencia, de que no valoremos la importancia del espacio público como un espacio de libertad que tenemos que recuperar entre todos.
Con esta experiencia, me es inevitable no reparar en multitud de reflexiones contenidas en la plataforma La ciudad viva, donde con frecuencia se referenciaba a Jacobs y a los fenómenos de los que ya hablaba Muerte y vida de las grandes ciudades[2]: la individualización del espacio público, el uso del coche en detrimento del peatón y de las aceras-parques sin bancos ni otro tipo de mobiliario urbano por miedo a invitar al descanso del “otro”, “el diferente”. Jacobs ya proponía estrategias en fomento de la calidad de vida y la seguridad ciudadana basadas en la creación de una tipología de espacio público que favoreciera la interacción ciudadana y que permitiese la conversión del individuo en persona (Grávalos, 2015)[3]. Ciudades vivas, complejas y caóticas en apariencia, opuestas a una organización basada en la zonificación, la segregación y homogenización del espacio público, mediante vallas, islas y usos estáticos del suelo (Dpr-barcelona, 2010)[4]. Solís Moreira (2013)[5] describe a la perfección en “El poder del espacio público” el difícil cumplimiento del acceso libre a los parques, las plazas, las calles, en una sociedad donde se crean más miedos a través de la regulación. A lo que apela también “el Niño de Elche” en su canción del poema Informe para Costa Rica (Antidio Cabal, 1973).
El urbanismo de la zonificación, homogenización y degradación del espacio público desactiva la diversidad y la creatividad y amplifica la percepción de inseguridad. Y puede generar un tipo de arquitectura y urbanismo donde ser peatón es caer bajo sospecha para muchos de los vecinos de algunos barrios y urbanizaciones privadas. Ejemplos extremos son las Gated comunities del sur de California y Florida. La forma con la que construimos cada fragmento de ciudad implica la manera de relacionarnos en ésta. Por ejemplo, la cultura del muro o “la tapia” que anula cualquier fuga y relación visual entre las partes, ha dado lugar a calles “pasillo” y “fondos de saco” vacías de peatones, y como resultado, espacios públicos en conflicto. Son lugares donde el caminante entra en crisis; en ellos se pierde la función intrínseca y cualidad democrática del espacio público.
Es importante pensar el hábitat no sólo como la casa sino con el entorno como lugar de convivencia y de complementariedad. Sin embargo, vivimos en una nueva época de murallas, guardias y sistemas de seguridad, una época de arquitectura, diseño y tecnología orientada a eliminar o anular el espacio público, o a la “planificación total” de éste. Cada vez hay más “Arquitecturas para el miedo” (2009)[6] y leyes prohibitivas, y la socialización sólo tiene lugar en bares, el deporte en polideportivos, o el ocio dominguero (Ecosistema urbano, 2011)[7]. Cuando se nos limita el derecho a reunirnos en el espacio público, se está fomentando la pérdida de control del territorio y la pérdida de capacidad por parte del ciudadano de actuar en comunidad. En el espacio vaciado de usos sociales aumenta la paranoia urbana basada en el miedo a las diferencias.
La construcción de ciudadanía necesita disponer de espacios públicos realmente “diversos” y no solamente vivos. Todo lo contrario a lo que la Cultura Genérica nos ha acostumbrado. El espacio público contemporáneo se está privatizando. Existen calles o áreas enteras sometidas totalmente a los comercios o veladores, indicador de malestar para Carlos Taibo (Ecosistema urbano, 2011). En las calles que rodean los “centros comerciales cubiertos o al aire libre”, a los que únicamente se va para consumir, se hace complicado pasear en soledad a partir de ciertas horas que ya hayan cerrado las tiendas. Y en algunas zonas -sobre todo turísticas- los veladores han colmatado las aceras. Estamos provocando una crisis en la libertad del caminante comparable a la de los habitantes de las ciudades de la Europa feudal. Por entonces la libertad se veía limitada por la suciedad, la peligrosidad y la oscuridad a partir del anochecer, cuando solían dar el toque de queda para que las gentes se recogieran en sus casas y cerraran las puertas. Ahora son las vallas, los muros o el poder adquisitivo.
La libertad y autonomía en el espacio público de la ciudad contemporánea no sólo se ve afectada por la violencia de los coches, a quienes se les ha entregado la autoridad urbana (Ecosistema urbano, 2011); la excesiva regulación de los espacios públicos o la privatización de los mismos, sino también se ha apartado a los niños de las calles, el mejor área de juego posible (Infans Fans, 2014). La calle se ha sustituido por artificiales y pequeños “parques infantiles” estandarizados, rodeados de vallas de colores chillones y suelo de caucho color berenjena, donde cualquiera puede sentirse alienado (empezando por los niños y niñas). Son un claro ejemplo de banalización de la ciudad contemporánea. Sin embargo, y en relación a la experiencia en la gestión de las actuaciones del Plan Reaviva, diversas normativas de accesibilidad, salud, seguridad, o cuestiones relacionadas con el mal uso o el difícil mantenimiento, hacen realmente difícil proponer alternativas.
Encontrar la solución a los NOES (no vallar los espacios públicos, no homogeneizarlos, no eliminar bancos, no dedicar más suelo público a aparcamiento, etc) teniendo en cuenta la realidad de los conflictos de la ciudad contemporánea que conocemos gracias a que los grupos motores que participan del Proceso del Plan Reaviva nos lo relatan a diario (y que dista mucho de la modélica ciudad de Jacobs) es el reto del urbanismo que quiera apostar por una resignificación de los espacios públicos y por una reeducación ciudadana hacia la libertad.
Reyes Gallegos Rodríguez
www.planreaviva.org @planreaviva
www.reyesgallegos.com @reyesgallegos.rg
El Plan Reaviva es una iniciativa promovida por el Ayuntamiento de Sevilla y la Gerencia de Urbanismo. Lo dirige Reyes Gallegos Rodríguez, y colaboran Lugadero
Notas:
[1] La transparencia respecto al trabajo que realizamos intenta ser la máxima. Se ha realizado tanto en el entorno digital, mediante la web, el correo electrónico y las redes sociales, como en el analógico, con las “urnas” colocadas en los distritos y centros cívicos, cartelería, buzoneo y, fundamentalmente, a través de las reuniones periódicas en cada uno de los sitios con los grupos motores.
[2] Jacobs, J. (2011). Muerte y vida de las grandes ciudades. Madrid: Capitán Swing.
[3] Grávalos, Ignacio. (2015). Percepciones del espacio público. Blog LCV. 29184
[4] Dpr-barcelona. (2010) ¿Arquitectura sostenible?, Blog LCV. 3643
[5] Solís Moreira, J. (2013) El poder del espacio público. Blog LCV. 15716
[6] Brijuni (2009) Yo no cruzo el puente. Blog LCV. 3136
[7] Ecosistema urbano (2011) Píldoras para el miedo. Blog LCV. 9208
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