Tecnologías de Gobierno para gestionar la complejidad social

Las sociedades actuales se caracterizan por un alto grado de segmentación y diferenciación social, preocupantes niveles de desigualdad social y sostenibilidad ambiental, aumento de la precariedad laboral y pérdida de derechos sociales, desconfianza institucional y enojo ciudadano.  La experiencia de incertidumbre y vulnerabilidad domina a sus integrantes,  la idea ilustrada de que todo tiempo futuro será mejor ha perdido seguidores mientras las utopías cibernéticas  y el catastrofismo climático se apoderan de las conversaciones y discursos.

En este contexto, gobernar la conducta humana y orientarla socialmente sigue justificando la existencia de los gobiernos y garantizando la supervivencia de la polis. Ahora bien, gobernar la sociedad actual supone a) perseguir cambios estructurales, b) transformar  y reajustar las herramientas para conseguirlos. Sobre los cambios, la Agenda 2030 suponen un consenso ambicioso sobre  los objetivos que gobiernos y sociedades buscan realizar a corto y mediano plazo. Perseguir la sostenibilidad ambiental a la vez que atacar la desigualdad y la violencia de género son probablemente las propuestas más radicales y novedosas en el contexto actual en tanto confrontan el negacionismo y terraplanismo. Sobre las herramientas, se demanda innovar en términos de tecnologías de gobierno a la par que se revisar el modelo de conducta sobre el que se sostiene la gobernanza social.

El objetivo de estas líneas es caracterizar y diferenciar herramientas políticas para regular y orientar el comportamiento individual en términos de bienestar colectivo, visibilizar los postulados que sobre la conducta humana tienen y cómo abordan el cambio social cada una.

Las políticas públicas son intervenciones gubernamentales que toman decisiones y llevan adelante acciones para resolver aquello que se identifica cómo problema público (Haguindéguy, 2005), mientras que las tecnologías de gobierno son las herramientas a través de los cuales los gobiernos buscan perfilar, normalizar y dirigir las conductas, pensamientos y aspiraciones de los sujetos para conseguir los objetivos y metas de dichas políticas públicas  (Rose y Miller, 1992).

Imagen resumen: Bases de la conducta y tipos de tecnologías de gobierno

 

 

 

 

 

Fuente: Güemes, 2019

Las herramientas de gobierno se diferencian según la fuerza que utiliza la autoridad y el grado de constreñimiento que envuelven los esfuerzos del gobierno. La literatura clásica distingue entre: palos, zanahorias y sermones (Bemelmans, Rist y Vedung, 1998)

Los palos son las regulaciones que mediante la formulación de reglas y directivas funcionan como mandatos, esto significa que las personas deben actuar en los caminos y vías en que están indican. Son instrumentos de uso coercitivo o negativo que involucran penas, castigos, costos o sanciones, haciendo que los sujetos repriman cierto tipo de acción. Ejemplos de ello son las prohibiciones de circulación en el centro de ciudades dado ciertos parámetros de contaminación ambiental.

Las zanahorias son herramientas económicas que, mediante recursos materiales, buscan inducir comportamientos deseados sin ser obligatorias. Son instrumentos de uso remunerativo y afirmativo como los incentivos, premios, beneficios o exenciones fiscales que  promueven que las personas  desarrollen un cierto tipo de acción. Ejemplo de ello son programas que financian o subsidian el recambio de caldera o electrodomésticos por nuevos modelos más sostenibles en términos medioambientales.

Los sermones previenen malos comportamientos y estimulan buenas conductas generando conciencia sobre las consecuencias de los mismos. Son herramientas informativas y de uso normativo que buscan influenciar la conducta de los individuos transfiriendo conocimiento, comunicando un argumento razonable y persuadiendo. Ejemplos son las campañas de comunicación y los programas de educación en reciclaje y disposición de residuos.

Palos, Zanahorias y Sermones, se dirigen a los individuos y funcionan sobre la base antropológica de un sujeto racional que sopesa costes y beneficios antes de actuar, aunque también se especula con la emergencia de ciertas emociones como el miedo y la opinión social como refuerzos. Pongamos un ejemplo, la utilización del cinturón de seguridad, puede deberse a que: a) la multa que me ponen en caso de pillarme es muy alta, b) me da mucho miedo tener un accidente y perder la vida, c) se ve muy mal entre quienes me acompañan que no lo utilice y no quiero quedar feo delante de los colegas. Cambiando al individuo se busca moldear la sociedad, la lógica de intervención opera desde lo micro a lo macro.

Dentro de lo que hemos dado en llamar nuevas tecnologías de gobierno, destacamos estrategias que gravitan en torno a la heurística, a los límites cognitivos, al debate grupal sobre lo adecuado y deseable en una sociedad y de cómo nos vemos  colectivamente, distinguiéndose: nudges, think y cambios identitarios (Güemes y Wences, 2019).

Los nudges o pequeños empujoncitos son herramientas que sin coacción guían las decisiones individuales en la correcta dirección siempre preservando la libertad de elección. Para ello se busca alterar  la “arquitectura de la elección”, estructura que de manera consciente (o no), orienta en una dirección, y que está presente en todas nuestras acciones vitales. Enraizada en la filosofía del paternalismo liberal trabajan sobre las miserias cognitivas de los sujetos (Thaler y Sunstein, 2017). Ejemplos de estos serían programas de salud que para prevenir la obesidad hacen visible y saliente las ventajas del consumo de alimentos y vida saludable en espacios públicos, promueven en escuelas y oficinas públicas la presencia de máquinas de vending con opciones saludables y en los comedores ofrecen menús que incluyan opciones saludables como opción primera o más económica.

Las herramientas think suponen la creación de marcos institucionales en los que los individuos puedan visualizar sus limitaciones racionales y acceder a los puntos de vista de otros sujetos mediante la deliberación. Considerando que las preferencias no son fijas y exógenas, sino maleables, y que los sujetos se consideran capaces de pensar colectivamente, dispuestos al entendimiento y abiertos a los argumentos de otros, los espacios deliberativos serían eficaces para cambiar comportamientos de un modo más profundo que una nudge (John et al., 2011). Ejemplo de esta estrategia serían los cursos sobre nuevas masculinidades donde colectivamente se busca revisar las creencias que existen sobre lo que es ser hombre, visibilizar lo que hay detrás y de-construir violencias machistas.

Las herramientas que responden a la teoría de la identidad dirigen su atención a la necesidad de interiorizar nuevas pautas de conducta a partir de generar autoconciencia que modifique el comportamiento en el mediano y largo plazo.  El comportamiento individual es guiado por la pertenencia a un grupo social y a sus normas, pero no en términos de pertenencia al grupo, sino de creencias normativas asociadas a la propia identidad: “quienes somos nosotros”, “lo que representamos” y, en consecuencia, “lo que hacemos” (Mols et al., 2015). Ejemplos de herramientas que apelan a ello son las que buscan reducir el consumo de alcohol o drogas  entre adolescentes debatiendo y demostrando el comportamiento real de los adolescentes en términos de consumo de estas sustancias (mucho menor que el esperado).

El sujeto racional que busca maximizar su utilidad es cuestionado por las tres estrategias. Mientras los nudges buscan operar en torno a las miserias cognitivas y heurísticas sociales como base subconsciente del comportamiento y parte del sistema automático de acción, las estrategias deliberativas y de cambio identitario apuestan por la inteligencia colectiva a partir de deconstruir y redefinir con otros. En relación a cómo abordan el cambio social, los nudges buscan transformar individuos para que cambien las sociedades, las estrategias deliberativas e identitarias apelan a lo colectivo para que se transformen los individuos.

Ciertamente, para alcanzar tanto legitimidad como efectividad, los gobiernos deben combinar y estimular el uso de diferentes instrumentos políticos no solo secuencial o cronológicamente sino  también de forma horizontal y simultánea.  Aprovechando el conocimiento de sesgos y miserias cognitivas, reconociendo el peso de las emociones y la importancia de las construcciones e imaginarios sociales que dan forma a la identidad personal se entiende mejor la conducat y operando desde lo micro y macro a la vez se aumentan las probabilidades de alcanzar los complejos e interdependientes ODS.

Cecilia Güemes (UAMGIGAPP)  @CeciliaGuemes

  • CECILIA GÜEMES | Madrid Profesora en la Universidad Carlos III de Madrid, Presidenta de Grupo de Investigación en Gobierno, Administración y Políticas Publicas (GIGAPP). Líneas de trabajo: confianza, instituciones y políticas públicas en Iberoamérica

  • Mostrar comentarios (0)

Tu email no será publicado. Los campos obligatorios están marcados con *

Comentario

  • Nombre

  • Email

  • Sitio web

Ads