VIDEO BLUES: LA DISTANCIA MÍNIMA DE FOCO ERES TÚ
Hermosa, valiente, impactante, perfecta, espejo abierto. Esas son solo algunas de las palabras con las que quienes asistieron al cinefórum de Video Blues, la segunda sesión del ciclo Mujeres tras las cámaras: retratos y autorretratos, calificaban la película que acababan de ver, justo antes de formular preguntas y comentarios a Emma Tusell, la directora, y a Laura Sipán, coguionista junto a ella.
Que Ana Asensio, nuestra dinamizadora cinéfila, elige con muy buen tino las propuestas es algo que sabíamos en la #ComunidadAspasia. Pero Video Blues da en la diana para hablar de retratos y autorretratos de mujeres, entre muchos otros temas. Tras una concisa presentación de las invitadas, Ana Asensio pasó la palabra a Emma Tusell, que animó al público a “ver esta película como un espejo, ya que trata temas que nos tocan a todas las personas”. Y ese fue sortilegio suficiente para hacer mágico un 18 de octubre.
Emma Tusell tiene una sensibilidad especial y Laura Sipán una complicidad única con ella. El visionado de la película que hicieron juntas generó un clima especial en el Espacio LAAAB y en quienes asistieron, con las emociones a flor de piel: tristeza, ternura, admiración, miedo, vulnerabilidad, amor.
En los 74 minutos que dura el documental se cuenta una vida, la de Emma, entretejida de otras muchas, especialmente la de su padre, su madre, su hermana, su hermano, su compañero y su hija, lo que llevó a muchas preguntas del público. En tono blues, haciendo honor al género musical de enormes variaciones y al modo emocional, reflexivo, íntimo que atraviesa la película, nos lleva por las vivencias de la Emma niña, adolescente y adulta que alguien del púbico calificó como “una sesión perfecta, redonda, de psicoanálisis”. No por nada le dieron la Biznaga de Plata Mujeres en Escena al Mejor Documental en el Festival de Málaga, entre muchos otros premios.
El montaje también protagoniza la película, llena de recursos cinematográficos creativos y originales, que parten de las grabaciones domésticas familiares. Rebobinar, parar, enfocar, adelantar, rebobinar y alejar. Contando con Javier Cerdá, director de fotografía aragonés, la cuestión de “poner el foco”, “distancia mínima de foco”, “tener foco”, “enfocar”, están presentes durante todo el metraje, como una metáfora de la distancia necesaria y difícil de encontrar para que las vivencias propias se vean claras, nítidas, ajustadas. Una conversación constante entre dos voces, la de Emma y la de Javier en la película, que acaba en un diálogo entre dos personajes que son espejo en la historia de los dos personajes originales: el padre y la madre de Emma.
Laura Sipán tuvo un papel central en contarnos los pasos que dieron lugar a la película donde, en un primer boceto del documental concluido con otro montador, descubrieron que, incluso narrando sus propias vivencias, Emma no aparecía en la pantalla (o, al menos, no se la reconocía). Y hubo que volver a empezar todo un trabajo conjunto, de recordarse mutuamente que la distancia mínima de foco eres tú, que tenía que partir de una misma.
También nos explicaron las dudas en la selección de algunas secuencias difíciles, duras y cruciales en el montaje final, que decidieron incluir “porque hay que mostrar la vida”. Secuencias que resonaron en el público: en maridos cinéfilos amantes de grabarlo todo con la cámara, en madres fallecidas por cáncer, en hermanos y hermanas con vivencias totalmente diferentes de una misma situación, en cicatrices propias.
Fragilidad vs. vulnerabilidad ocupó gran parte del debate con el público. Se estableció un continuo en el que la fragilidad, con connotación negativa, salió por la puerta, para dejarle el espacio a la vulnerabilidad y a la valentía que hace falta para mostrarla. Como dijo la propia Emma: “para ser valiente, hay que sentir miedo”, que recordó que su madre le decía que si iba a hacer algo, “hay que hacerlo hasta el final o no hacerlo”. Y como Laura Sipán bien matizó: “no hay nadie más fuerte que quien es capaz de mostrar su vulnerabilidad, y esa es Emma Tusell”. Cuando se acabó el tiempo nadie queríamos cortar, ni siquiera después de la foto de familia, porque nos pasaba como en un momento de la película: “un segundito, que está muy bonito el encuadre”.
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